Yo no recuerdo


cuando fue la primera vez.
Usted entró a mi vida viniendo del tiempo.
La primera idea que tengo de usted es aquella impresión visual: bajaba usted por la calle Charcas, costeando la plaza San Martín. Era un día brumoso, seguramente de agosto o bien de septiembre, y venía usted con una chaqueta de sport abierta, con las manos en los bolsillos, apresurada y pensativa. Confieso que me quedé ahí parado, boquiabierto, como un tonto, con toda la sangre escapada del cuerpo.

*Eduardo Mallea 
La bahía de silencio, 1940.

Foto: Agustín Francis, 2020.

Comentarios