Campanario / Pat Luciano





Hubo un accidente en la Avenida Regimiento Patricios, la que bordea una parte del Parque Lezama. Aparentemente el conductor del auto perdió el control y se estrelló contra el poste de luz. Lo vimos clarito porque veníamos caminando por el parque.

-Parece el auto del tío, le dije a papá.

Él no me contestó y bajo corriendo por las escalinatas, yo lo seguí.

-Es el tío, es el tío! Gritaba yo mientras llegaba un patrullero.

Mí mamá y mí tía estaban en la vereda de enfrente. Cruzaron. La tía lloraba sin parar. Papá y dos policías lo sacaron del auto por temor a que se prendiera fuego. El tío respiraba.

-Yo me encargo, le dijo papá a mamá para que se llevase a la tía y le pudiera dar un calmante.

Yo me calenté por el morbo de la gente. Estaba furioso.

-Pibe calmate, me dijo el sargento.

Me sentaron en uno de los patrulleros hasta que mi adrenalina bajara. Veía a papá destruido, desbordado y me fui a su lado. El tío ya no respiraba. Se oía la sirena de la ambulancia y cuando llegó se lo llevaron. Papá fue con ellos pero a mí no me dejaron. Fui a la casa de la tía Elena esperando el llamado de papá. Pasaron algunas horas y sonó el celular de mi vieja. 

-Sí, sí,  claro, ya llamo... Se dirigió a la tía y le dijo que Carlos había fallecido y que nos iban a entregar el cuerpo en unas horas. Había que organizar el velorio. La tía dijo que quería que fuese en su casa. Vinieron mis amigos al tiempo que lo traían.

Papá me encargó avisar en el laburo del tío.  Me atendió un tal Roque. Me pidió la dirección y un teléfono.

A la hora llegó Roque y se sorprendió al ver a mí tía. Saludó y se quedó a un costado.

Llegó más tarde el jefe del tío.

-Soy Juan José Campanario y éste es mi hijo Fernando.

Nos dio la mano y las condolencias. Después fue a saludar a las mujeres y volvió con papá. Se quedaron hablando y yo me fui a la vereda a fumar un cigarrillo y hablar con mis amigos.

Al rato me llamó papá para decirme que el señor me ofrecía un puesto en el negocio. Me dio una tarjeta.

Me acerque a mis amigos y les dije:

-La puta, sólo a mí me ofrecen un laburo en un velorio.

Nos reímos y por detrás de mí pasó el boludón de Roque.

Más tarde papá me mandó a dormir y dijo que me iba a despertar cuando saliéramos para el cementerio de  Chacarita.

El cortejo fue lento, tedioso y lleno de mosquitos. La tía Elena parecía haberse calmado un poco. 

Ellos no habían tenido hijos así que yo siempre fui el sobrino predilecto.

Después fuimos todos a descansar.

 En la cocina estaba mi viejo. Me habló del trabajo y que fuera lo antes posible. Me dio bronca que se metiera en mi vida y decidiera por mí.

Me regalaron dos sacos del tío porque yo no tenía. Me quedaron bien y en uno encontré una billetera con bastante efectivo y una foto de dos pibes. Saqué todo menos la guita y la foto.

Finalmente me presenté al laburo. El local era muy grande, fabricaban grifería. El depósito era enorme, tenían varias camionetas. Subimos a las oficinas y ahí vi a Roque con cara de nada. Su escritorio estaba adelante del mío. Me recibieron muy bien todos los compañeros y me hablaron de la pica que había entre mí tío y él zángano ese. Al sentarme abrí el cajón y encontré un manojo de llaves, me las guardé.

Un par de semanas después mí jefe me preguntó si ya podía ir a Rosario, le dije que por supuesto.

No hice caso a ciertos chimentos que venían de parte de Roque y que además no alcanzaba a comprender. Me llevé la camioneta a casa, papá estaba orgulloso de mí y mamá me veía muy chico para andar por la ruta.

Salí cargado de mercadería para entregar y un listado de clientes para ver.

Cuando llegué a Rosario hacía mucho calor, elegí un lindo hotelito. Dormí un poco, tomé una ducha y desayuné. Fui al local me recibieron muy bien y me llamó Oscar Ocampo jefe de la sucursal y fue directo al grano.

-Como no llamaron a la mujer de Carlos, ella vino con los chicos preguntando por él y tuvimos que decirle nosotros.

Yo me quedé inmóvil, pálido.

El tipo se dio cuenta que yo no tenía idea de lo que me estaba diciendo.

-La mujer se llama Mariela y éste es su teléfono, labura y después arregla este asunto.

-Sí señor, gracias.

Salí como loco, cómo mí tío tenía familia acá? Que hijo de remil !! . Sabría papá? Y la pobre tía Elena...

Trabajé toda la mañana a full, descansé un rato mientras llamaba al número y colgaba.

Al día siguiente cayó una tormenta de la puta madre y decidí llamar otra vez.

-Hola, con Mariela?

-Sí, ella habla quién es?

-Soy Fernando, el sobrino de Carlos Campanario.

-Ah, por fin alguien de la familia, estás en Rosario?

-Sí.

-Vení a mi casa, quiero que hablemos.

-Ok, deme la dirección.

-Patriotas 269, 2 "B".

Saludé y corté. Salí bajo la lluvia torrencial. Me costó llegar y toqué timbre.

-No tenés la llave?

-Si, ahora subo.

La puerta estaba abierta y una mujer joven de unos treinta y pico, morena, cabello largo y físico tremendo se acercó y me dio la mano. Me presentó a sus hijos; uno de diez y otro de tres años.Tenían los ojos verdes del tío.

-Te pareces mucho a Carlos... Los ojos, la altura.

Yo la miraba y no podía creer que mi tío hubiese tenido una historia con tal mujer.

-Y por qué no me avisaron?

A preguntas directas le correspondían respuestas iguales.

-Porque mi tío estaba casado con Elena.

 Empezó a llorar.

-Uds se casaron?

-No, siempre me lo prometió. Qué suerte para ustedes, no?

-Acá no hay suerte para nadie.

Enfilé para la puerta y le dije por decir algo: te llamo.

Volví a casa al día siguiente medio triste, seguro papá lo sabía.

A la mañana temprano me levanté y estaba papá preparando café.

-Cómo te fue?

-De maravilla, le dije.

-Por qué el sarcasmo?

-Es que tengo primitos.

-De qué me hablás?

-Viejo, dale, que de gil no tenés nada.

Un silencio envolvió la cocina.

- Sí reconozco que Carlos era mujeriego.

-No papá, armó otra familia. Mujer y dos hijos.

-Y qué culpa tengo yo que tu tío se haya calentado así con otra mina?

Otra vez silencio.

-Lo siento, hijo.

-Espero que le digan la verdad a la tía Elena.

En el laburo iba bien, tenía muchos clientes mientras Roque insistía en que yo se los robaba. Tuvimos varias reuniones para hacerle entender al zángano que no era así, muchos clientes querían que los atendiera yo porque los trataba bien. Un día insinuó que yo iba a Rosario a ver a la amante de mí tío y ahí casi lo emboco, pero me agarraron entre dos.

-Calmate pibe.

-Me saturó, loco, me tiene harto.

-Esta celoso de vos, no te calentés.

A veces, cuando iba a Rosario, pasaba a visitar a los chicos y jugaba con ellos.

Un día Mariela me dijo:

-Yo quiero ir a Capital a ver si Carlos me dejó una herencia.

-Estás loca?

-No, aparte me corresponde la mitad de la casa de él.

-No Mariela. ¿No entendés que no se casó con vos? Te dejó este departamento, no te tiró a la calle.

-Sí, pero ahora no tengo un peso. Me ayuda mi familia con lo mínimo.

-Sabes lo que tenés que hacer?

-No.

-Laburar. Búscate un trabajo porque la ayuda tiene un límite.

-Y vos cómo me decís esto?

-Porque no veo novelas todo el día con el culo pegado en la silla. 

- Qué atrevido sos.

-No vengo más y listo.

No, no, decían los chicos.

-Vos haceme caso, conseguí un laburo.

-Y quién me cuida los chicos?

-Bueno, Mariela me voy. Y les di un beso a los nenes.


Cerré la puerta y me fui a la mierda, estaba agotado. Me quedé un rato en la camioneta y decidí ir a un bar a tomar algo.Era jueves y el lugar estaba casi lleno, había un grupo de chicas y clavé mis ojos en una rubia muy linda, ella me miraba también, me acerqué y me puse a hablar. Se llamaba Selena y tenía 19 años como yo. Hablamos boludeces y la invité a salir la noche siguiente. Yo ya tenía que volver.Dijo que si. Laburé cómo loco ese día, llegué al hotel me cambié y me fui al bar donde nos habíamos conocido. Entré, la vi y le dije al oído:

-Hola, hermosa.

-Hola, no te vi entrar.

Hablamos, bailamos, tomamos cervezas. Todavía la sentía tensa, la abracé y ella me correspondió.

-Vamos afuera? le pregunté.

-Si tenés auto damos unas vueltas.

-Sí, tengo.Vamos.

Subimos a la camioneta y empecé a manejar parando de a ratos para besarnos y abrazarnos. Teníamos una gran atracción. Fuimos a un mirador hacia el río, había otros autos y nos reímos. Pasamos un momento hermoso, yo quedé todo transpirado y la llevé a su casa.

-Quiero que no te olvides del momento que pasamos, cuando esté en Capital nos hablamos todos los días, querés?

Se bajó, esperé que entrara. Estaba feliz me sentía muy bien con ella.

Pasaron unos veinte días y volví a viajar. Ni bien llegué a la sucursal me habló Ocampo:

-Sentate Fernando, nuestra sucursal hizo el trimestre de mayor venta, seguida por Buenos Aires y luego Córdoba.

-Qué bien, dije yo.

-Es consecuencia de tu trabajo. Quiero que te mudes acá, a Rosario. Te vamos a aumentar el sueldo y la empresa te da un departamento amueblado, sólo tenés que pagar los servicios, cómo la ves?

Me tomó por sorpresa. Toda mi familia y amigos estaban en Capital.

-Me gusta mucho su oferta, déjeme pensarlo bien.

-Ok, Fernando pensalo rápido.

Salí a laburar con una mezcla de sensaciones, me era difícil decidir.

Llegué a casa y mis padres estaban tomando mate. Les pregunté:

-Le dijeron algo a la tía?

-No, no pensamos decirle.

-Eso está mal se va a enterar en cualquier momento.

-Bueno, decile vos y hacela mierda, dijo mamá.

-No creo tenga  que saber esto ahora.

Los dos levantaron los hombros.

-Qué maduros son!

Envalentonado le conté a la tía. Al principio lloró y luego me preguntó de todo.

-Los quiero conocer. A los chicos y a la madre.

-Voy a ver la forma de hacerlo, estás segura, tía?

Volví a casa y les dije las novedades a mis viejos.

-Y dónde se van a quedar?

-En un hotel, les pago la estadía.

-Ah, tenés plata, dijo papá.

-Si, me mato laburando. Estoy saliendo con una chica de Rosario desde hace unos meses.

-Qué bien, dijo mamá. Cómo se llama?

-Selena. La quieren conocer?

Papá se hacía el boludo.

-Si, dijo mamá, traela y la conocemos.

Pasaron unas semanas y volví a Rosario, fui a verla a Selena y le conté.

-Me parece que te apresuraste un poco.

Quedé pensativo.

-Si mí tía da marcha atrás cancelo todo.

Me abrazó y me preguntó:

-Les hablaste de mí.

-Si, amor, si querés venir te quedas en mi casa.

Nos despedimos y fui al laburo .

Ocampo me volvió a preguntar y le dije que me diera más tiempo, no era sencilla mi decisión.

A la tarde fui a lo de Mariela y le conté.

-Así que la señora me quiere conocer.

-A los chicos principalmente, es un fin de semana, vas a un hotel.

No me contestó nada y me fui.

Paso el tiempo volando y el viernes a la tarde fui a buscar a Selena; luego fuimos a la casa de Mariela, los chicos estaban alborotados, ella estaba preparando una valija. Selena me miraba.

-Es un fin de semana solamente.

-Si, pero si me dan dinero de Carlos me mudo.

Respiré y apreté la mano de mi novia.

-Olvidate, Mariela, plata no hay, si vas con esa idea no te llevo y punto.

-No, está bien, está bien.

Puso ropa en dos bolsos.

Viajamos y llegamos a la noche, yo ya les había reservado una habitación en un hotel de Avenida de Mayo y los dejé. Selena y yo fuimos a casa, la recibieron mis padres, hicieron buenas migas charlamos un rato y nos fuimos a dormir, cerré los ojos y me relajé.

A la mañana me desperté temprano y tomé café con papá. Le conté la propuesta de Rosario.

-Seria una pena muy grande que te fueras pero si es lo que querés...no hay nada que decir.

Estaba con los ojos colorados y me dio pena .

-Yo le anticipo algo a tu mamá.

-Gracias, pero después hablo con ella.

Fui a buscar a Mariela, le presenté a mis padres y al rato tocaron el timbre era Elena, ella estaba hermosa toda vestida de blanco y el cabello rubio, suelto.

Mariela se quedó petrificada, en pausa, ante la presencia de la señora de Carlos. La tía la saludó y quedó encantada con los chicos.

Elena había traído una tarta de ricota casera que nos la devoramos.

Ella me guiñaba el ojo por Selena, me acerqué y  me dijo al oído que era bellísima y caí en la cuenta que no se la había presentado.Elena se levantó le dio un beso, simpatizaron inmediatamente.

Hubo un momento en que la tía y Mariela quedaron hablando solas. Selena fue a sentarse junto a ellas y la tía aprovechó a levantarse y venir a mi  lado:

-La verdad me fue difícil hablar con esta chica, se ve que Carlos la mantenía bien-y sus ojos se llenaron de lágrimas -lo único que puedo hacer es hablar con una amiga a ver si el marido la puede colocar en su empresa.

-Viste que te dije que la ibas a poner mal a la tía, me dijo mamá.

-Bueno eso era previsible.

Selena me dio un codazo.

-Me voy a quedar con la tía, dijo mamá.

Pero ella estaba jugando con los chicos y les hacía bromas y se reían.

Mariela no paró de preguntar si podía ayudar en algo  pero se quedó cómoda en el sillón.

A la tardecita llevé a Mariela y a los chicos a conocer la ciudad, hacíamos paradas y ella miraba con atención. Después los dejé en el hotel y Selena y yo fuimos a casa a dormir un rato.

Para la cena papá y mamá fueron al hotel a buscarlos. Luego todo transcurrió tranquilo hasta que llegó la hora de partir.

Cuando llevé a Selena hablamos de mí trabajo que había decidido acceder a la propuesta de Ocampo y si ella estaba dispuesta a vivir conmigo. Me dijo que sí, nos besamos y volví a Capital.

Pasaron casi dos meses y la tía me avisó que le había encontrado trabajo a Mariela.

Se lo dije.

-¿Y qué trabajo es?

-De recepcionista en una empresa.

-¿Pagan bien?

-No sé,t e vamos a buscar un hotel donde quedarte con los chicos y en tu horario de trabajo los cuidan entre mi mamá y la tía cuando salgan del colegio. Alquilá este departamento y ahorra.

Se hizo la mudanza y todo parecía marchar bien.

Me mudé a Rosario y estaba feliz.

Me contaron que Mariela también se había mudado a un departamento y estaba de novia.

En el laburo me nombraron jefe de sucursal, justo el día que recibí  una carta tipo tarjeta desde Buenos Aires de parte de Mariela contándome sus novedades.

Miré hacia arriba y dije:

-Por fin, tío. Por fin.


Campanario

Pat Luciano 


Pat Luciano nació en la ciudad de Mar del Plata, el 10 de diciembre de 1983.

Estudió periodismo y colabora en numerosas publicaciones de la costa atlántica.

Ha escrito la novela aún inédita "Detrás de sus ojos no vio el mar" (2013).


foto / AP, Bar El Coleccionista, 2022.






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