La fragilidad de los cuerpos / Mónica Tempesti

                         


Foto/ Mónica Tempesti




Nos encontramos a nosotros mismos únicamente mirando lo que no  somos.                        

                                                                                                                             Paul Auster



LAURA



Era un viernes. Desde el ventanal del estudio jurídico donde trabajaba Laura se veían las nubes grises oscuras. Miró su reloj, eran casi las seis de la tarde. Le dijo a su socio que se iba a su casa. Llegó al departamento justo cuando se desató la tormenta. Tomó una copa de vino para relajarse y fue a ducharse. Al salir se puso una bata de seda regalo de su ex, en algún aniversario. Llevaba divorciada diez años. Tomó otra copa de vino, chequeó sus mails, se acostó, prendió la televisión. No encontró ningún canal que le interesara y se quedó dormida.

Laura tenía una hija. Carolina estaba casada con un médico. Tenían un chiquito de dos años.

 Se despertó temprano. Fue al bar de enfrente a desayunar. Su amiga Teresa la llamó para invitarla a salir a la noche.Le contó que había conseguido entradas para un concierto de la Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, el próximo mes. A lo primero dijo no, a lo segundo sí.

La vida social de Laura transcurría entre su hija y un par de amigas.


MAYTE


Mayte nació un día a mediados de los años 80 en La Plata. La primera nena después de dos varones. La familia estaba muy contenta. Creció vivaz, le gustaba escuchar música clásica con su abuelo Sixto. Él le enseñaba piano y violín, el abuelo le veía más inclinación con el instrumento de cuerdas.


LAURA


La semana de Laura había sido intensa, entre Tribunales y clientes. El viernes al mediodía la llamó su hija con una voz rara, quería ir a su casa el sábado a la mañana. Laura no le preguntó el motivo.

El sábado a las 10 llegó Carolina. Tenía los ojos hinchados. Había descubierto que su marido le era infiel y quería el divorcio. 

Estuvieron conversando y Carolina le dijo que su padre se haría cargo de los trámites.

Se abrazaron y Carolina se fue.


MAYTE


En la escuela era malísima en deportes pero le gustaba patinar en una cancha de cemento del Club Oeste. Después iba a ver las piruetas que hacían sobre el tatami las chicas de gimnasia deportiva. Quedaba fascinada por esos cuerpos elásticos. Mayte era muy sociable, aún así le dedicaba mucho tiempo a la música. El abuelo sugirió a sus padres que siguiera los estudios en el Conservatorio. La madre la anotó y esta chica rubia de cabello largo comenzó su carrera musical. Al llegar los quince hicieron una fiesta en su casa. Su hermano llegó con un amigo. Fue amor a primera vista, el muchacho se llamaba Joaquín. Salían en sus ratos libres y a veces el primo de Joaquín les dejaba el departamento. Él era futbolista y jugaba muy bien.

En el Conservatorio Mayte se destacaba por su talento mientras que su novio había sido llamado a jugar al fútbol en las inferiores de Rosario del club Newell's. Ya hacía dos años que salían y él no sabía cómo decirle que se iba. Lo hizo el día anterior a la partida y a Mayte le rompió el corazón. Al poco tiempo ella se graduó con el más alto promedio y una carta de recomendación del director. El abuelo estaba feliz y le regaló un nuevo violín. Pasaron juntos las vacaciones en Mar del Plata.

En Marzo la acompañaron a la Capital para ver al director de la Filarmónica. Los recibió y les dijo que no tenía vacantes. El abuelo le pidió que la escuchara un momento. Mayte tocó de memoria un fragmento del Opus 47 de Sibelius. El director entró en la oficina donde estaba el coordinador musical  y los dos se miraron. Salió y le dijo que se presentara al mes siguiente cuando se iniciaran los ensayos en el Teatro Colón.

Estaban todos felices y ya pensaban en alquilar un departamento en la Capital para que no viajara tanto.

A los diez días sonó el teléfono en la madrugada y a los pocos minutos ya se había ido el papá al hospital. Nada podía hacerse por Sixto.El mundo de Mayte se desmoronó en un segundo. Un tiempo después,el escribano leyó el testamento dónde Sixto le dejaba a Mayte la casa de Mar del Plata, el auto y un departamento en Recoleta. 

A la semana siguiente fueron a verlo. Estaba recién amueblado y pronto fue Mayte a vivir allí.

 Comenzaba a ensayar en el teatro Colón. Se sentía muy feliz. Salió un poco más temprano y se quedó sacando fotos con una cámara vieja del padre. Luego buscó el salón de ensayo. Sentía cierto temor, entró saludando y se fueron presentando. Le señalaron su silla al lado del primer violinista,  Juan José Lorca, quien le dio la partitura. Ella respiró profundamente pensando en el abuelo.

Empezaron con una pieza de Mozart, su violín se destacaba. Juan José transpiraba. Había comenzado a cometer errores, primero ínfimos, luego más notorios. El director hizo un enroque entre los dos. Mayte tocaba con un virtuosismo que dejó muy satisfecho al director. En la hora de descanso fue a recorrer el piso, vio donde ensayaban los bailarines y se quedó un buen rato. Luego siguió caminando y se encontró en el pasillo con una mujer de unos 30 años y entablaron conversación. Ella se llamaba Verónica. Era escenógrafa y la invitó a ver el taller. A Mayte se le hacía tarde y quedaron en verse otro día. Volvió al ensayo hasta que se hizo la hora de marcharse. Algunos músicos se quedaron hablando con ella y la invitaron a tomar café. 

En el curso de la semana se encontró con Verónica. Fueron a cenar a un lugar de comidas rápidas. Ya se tenían más confianza y Verónica le dio un beso en la boca. Mayte no la rechazó.

Los domingos se reunía con su familia en La Plata. Pasaron las semanas y la relación entre Mayte y Verónica se hizo más estrecha, salían juntas y se inició una relación. Al principio Mayte se sentía bien pero extrañaba salir con hombres y finalmente lo hizo. Al año, Verónica vivía con Mayte y quería conocer a sus padres. Un domingo la llevó y se presentó como su novia. Ella se enojó y lo desmintió, los padres estaban atónitos. Luego al llegar al departamento le pidió a Verónica que se fuera.

Al día siguiente mientras practicaba la composición de una nueva pieza, tenía un pensamiento dándole vueltas. No estaba feliz con las relaciones que tenía, no podía anclar en ninguna. Todo era una vorágine. Su temperamento a veces le jugaba malas pasadas. Tenía que frenarse un poco. Respirar.


EL CONCIERTO


Teresa le recordó el compromiso en el teatro Colón. Llegaron puntuales. La rubia alta, le dijo Teresa, es la primera violinista. Causó impacto en Laura, era hermosa, su forma de caminar segura y erótica al mismo tiempo.

Comenzaron con la Sinfonía NRO 1 de Brahms y luego como solista,  Mayte tocó el Concierto para violín de Mendelssohn en forma sublime. 

Laura estaba emocionada por la interpretación de Mayte, se propuso ir a su encuentro cuando finalizara el concierto y así lo hizo. La violinista le agradeció los elogios y la invitó a una próxima función en La Plata.


LAURA

  

Mientras se estaba por dormir  pensaba en su hija. ¿Por qué ella no podía hacerle el trámite del divorcio? La llamó por la mañana y se lo propuso con tal determinación que no hubo lugar para una respuesta negativa.

El día del concierto en La Plata, Laura se vistió muy atractiva y viajó sola hasta el teatro. Ésta vez como solista Mayte interpretó el Opus 47 de Sibelius el compositor suizo que por primera vez compuso un solo para violín.

Laura lo disfrutó mucho.Fue en busca de Mayte. Se pudieron apartar del gentío y quedaron en verse la semana siguiente a tomar café. 

 Mayte se preguntó porqué había aceptado una invitación de una mujer que le llevaba tantos años, era atractiva pero no sabía muy bien lo que sentía.


MAYTE Y LAURA


Se encontraron en una confitería del centro en la calle Esmeralda. 

Mayte tenía escrito en un papel "La Ideal". Se paró frente a la puerta. Se podía ver que era un salón grande con una araña enorme y lleno de gente. Entró intimidada. El humo del cigarrillo era tóxico, denso. Empezó a buscar a Laura. Oyó que la llamaban desde una mesa contra la pared.  Una luz empotrada en una lámpara daba una luz amarilla. En un segundo pudo ver todas mujeres mayores. Comenzó a toser y ahogarse. Laura tenía una sonrisa de oreja a oreja. Se sentó.

- ¿Qué querés tomar? Le preguntó.

- Un té.

-¿Solo? Acá hay unas masas riquísimas. insistió Laura.

-No gracias, comí tarde y no tengo hambre.

Estuvieron hablando un rato y Laura fue al grano:

-¿Tenés novio?

-No, salí con un chico y se terminó, después estuve con una chica y tampoco funcionó.

Laura no estaba preparada para una respuesta así. Se quedó callada unos minutos y retomó el diálogo.Para Mayte era imposible seguir en esa confitería. Se fueron y en la calle quedaron en hablarse. 

Laura la llamó a los pocos días. Se pusieron de acuerdo en verse el viernes siguiente a la noche en la casa de Mayte. 

Llegó puntual con un pote de helado. La dueña de casa puso música. John Coltrane sonaba envolvente. Mayte la tomó del brazo y bailaron un rato. La atrajo hacia su cuerpo y le dio un beso cerca de la boca. Al amanecer la cabeza de Laura parecía rebotar contra las paredes del cuarto. Se vistió y se fue. Al cerrar la puerta despertó a Mayte. Mientras se comía el helado, malhumorada, se preguntó otra vez porqué había intimado con una mujer con tanta diferencia de edad.

Laura llegó a su casa sabiendo que no podía contarle lo sucedido a nadie.

Se veían de vez en cuando a comer pizza o ir al cine, eran las actividades preferidas de Mayte. 

Ninguna de las dos buscó volver a tener intimidad. Laura era la que proponía salir,  ncluso su vida laboral había tomado un nuevo impulso, quería independizarse, tener un estudio propio.

Mayte estaba descontenta. Se fue un fin de semana a Mar del Plata. El clima estaba hermoso, lo disfrutó mucho. Llamó a su familia y su madre le comentó que había pasado Joaquín, aquel novio de la adolescencia.  Estaba en Buenos Aires contratado por el club River Plate.

Ni bien cortó le envió un mensaje a Laura diciéndole que no la quería ver más. Preparó el bolso, comió algo liviano, se subió al auto y volvió a su casa. 

En Buenos Aires Laura estaba procesando el mensaje de Mayte.

Antes de ir a su casa  pasó por La Plata para hablar con su mamá. Le contó los detalles de la visita de Joaquín y que le había dado el teléfono de su casa. Mayte estaba ansiosa, se despidió y siguió viaje.

Al llegar tomó una ducha y al rato sonó el teléfono. Enseguida reconoció su voz. Se citaron para el día siguiente en la plaza enfrente al Colón.  Mayte estaba tan ansiosa que casi no había dormido. Tenía ensayo y estaba radiante, tocó su violín con pasión  Al salir saludó a todos y caminó hacia la plaza. Allí lo vio  tan cambiado, tan hombre que se abrazaron como si los cuerpos se hubieran pegado. Estuvieron así un largo rato.


LAURA


Estaba buscando un departamento para alquilar y poner su estudio. Teresa la acompañó a ver uno de dos ambientes por la  calle Lavalle. Estaba perfecto, nada que arreglar, recién pintado.

Mudó sus cosas y su hija la ayudó a decorarlo. 

Laura hizo un curso de posgrado sobre la temática de la mujer y se especializó en ello. Atendía no sólo divorcios, también maltratos y violencia familiar. Le iba tan bien que había decidido ir a Italia.

Laura estaba preparando las valijas cuando llegó Teresa.

-Por Dios, Laura, llevás mucha ropa y calzado.

-Bueno, no sé...

-Vos vas a caminar mucho y allá hace calor.

Laura quitó zapatos dejó unos mocasines y zapatillas. También sacó ropa.

-¿Así está bien?

-Sí, Laura. Conociéndote sé que vas a comprar.

Se rieron y brindaron con cerveza.

Carolina y Teresa la llevaron a Ezeiza. Laura hizo el check-in y despachó la valija. Cuando llamaron a abordar se abrazaron.

 Le indicaron el asiento. Acomodó la mochila y se sentó. Se puso el cinturón de seguridad.

Cerró los ojos cuando carreteó el avión.







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